domingo, 2 de diciembre de 2012

EL HUECO QUE ELLA HA DEJADO


El 22 de Agosto de 1911, las paredes del museo del Louvre de París amanecen con una ausencia irreemplazable. Los rotativos de media Europa sacan ediciones de urgencia con la fotografía del vacío. El retrato que un día perteneció a Luis XIV, que adornó la alcoba del mismísimo Napoleón y que salió de las manos del polifacético maestro Leonardo da Vinci había desaparecido. Un carpintero italiano que se escondió la noche anterior en los sótanos del insigne museo aprovechó para descolgar la eterna sonrisa de "La Gioconda" y esconderla bajo su guardapolvo. La pintura se recuperaría un par de meses más tarde.

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