TAPA BONZO
La mañana del 11 de junio de 1963, un fotógrafo de 30 años llamado Malcolm Browne se acercó al cruce del boulevard Phan Dinh Phung y la calle Le Van Duyet, en el centro de la ciudad vietnamita de Saigón (hoy, Ho Chi Minh) y esperó. Lo que veía era lo habitual: una protesta de monjes y monjas budistas en contra del gobierno católico de Ngo Dinh Diem, que los reprimía y les impedía profesar su credo. Disparó algunas fotos distraídamente; sin embargo, suponía que algo distinto, algo especial, iba a ocurrir esa mañana. De hecho, la noche anterior había recibido una llamada diciéndole eso.
Browne, que trabajaba para Associated Press, y David Halberstam, un periodista de The New York Times, ya estaban por irse decepcionados cuando un automóvil frenó en medio de la calle. De él bajaron tres monjes. Uno de ellos, Thich Quang Duc, se sentó sobre el pavimento con una caja de fósforos en la mano; los otros tres comenzaron a rociarlo con gasolina.
La enorme llamarada que se generó cuando Duc encendió un fósforo comenzó a poner fin a la vida del monje y lanzó al estrellato mundial a Malcolm Browne, que para entonces ya disparaba frenéticamente su cámara.
Los testigos, que al igual que Browne no atinaron a tratar de evitar el espectacular suicidio de Duc –el fotógrafo contaría años más tarde que el remordimiento lo atormentó durante mucho tiempo–, afirmaron poco después que, mientras el fuego ardía, el monje no había movido un solo músculo, algo únicamente explicable por la notable auto-disciplina que había alcanzado en sus constantes prácticas de meditación.
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