Una peculiar comitiva funeraria recorre las calles del Pekín prerrevolucionario a principios de la década de 1930. El caballo y el carruaje, ambos fabricados con papel y troncos de kaoliang, serán incinerados junto a la tumba del fallecido. De este modo, se propiciaba que la persona enterrada dispusiera de un vehículo de transporte en el Más Allá. «Sirvientes, comida y hoy también automóviles, todo fabricado en papel, son sugerencias dirigidas a los dioses acerca del estilo de vida que el muerto desearía llevar en el otro mundo», afirmaba el autor del artículo. La escena, fotografiada por Sidney D. Gamble, fue publicada en la Geographic de junio de 1933 en el reportaje de W. Robert Moore «La antigua gloria imperial de Pekín».
Fuente:
www.nationalgeographic.com
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